Cuando se trata de personas, la principal preocupación recae en asegurar al núcleo familia (cónyuge e hijos), seguido de padres (adultos mayores).
En épocas de inestabilidad política, económica y social; la tranquilidad se convierte en un anhelo que poco a poco se persigue de diferentes maneras, tanto para bienes como para personas. Aunque existe ese interés por proteger lo apreciado, existe una distancia notoria en tomar acción sobre dicha preocupación. Un estudio realizado en América Latina determinó identificó las realidades y percepciones sobre qué deben o quieren asegurar los latinos, por encima sobre lo que realmente hacen.
El estudio abarca nueve países, entre esos Ecuador, y constó de 3.150 encuestados. Para el 49% de ellos, sentirse seguros significa tener tranquilidad y sentirse bien. Y en esta rama ganan relevancia la familia y el patrimonio familiar de las personas. Al ser consultados sobre qué les importa proteger con un seguro, a nivel regional el 55% indicó que su casa y hogar.
Esta realidad, sobre respecto qué cosas realmente les importa proteger, arroja dos actores clave: la familia y su patrimonio familiar. Edwin Astudillo, CEO de Chubb Seguros en Ecuador, explica que proteger esos baluartes son elementales “para estar tranquilos en un mundo tan moderno y volátil”. La multinacional norteamericana de seguros realizó dicho estudio, denominado “Lo que les importa proteger a los latinos”, para conocer las preocupaciones reales de sus clientes y tomar acciones sobre aquello.
Los números de Ecuador son muy similares a los de la región. Puntualmente sobre la relación entre querer proteger a alguien y hacer algo concreto para protegerlo. El 72% de los latinos considera que a quien más les importa proteger es a su núcleo familiar (cónyuge e hijos). Sin embargo, apenas el 46% ha realizado una acción para protegerlos. La diferencia es menor cuando se trata de los bienes, puesto que el 66% los cataloga como importante de proteger y 44% han tomado acciones para proteger.
Esta diferencia es calificada como un “divorcio”, según Astudillo, lo que lleva a una tarea por parte de las aseguradoras. El ejecutivo manifiesta que deben mejorar la comunicación sobre su oferta. “Nuestro producto es un intangible que se basa en una promesa futura. No tenemos margen de error y necesitamos estar cerca de las personas, conocer a los clientes y sus entornos”, expone.
Por tal razón, Astudillo reflexiona en que existe una percepción distorsionada sobre la utilidad del seguro. “La gente cree que es una mala suerte no haber utilizado un seguro; y que es buena suerte utilizarlo y cobrar algo. No es así”, indica. De forma general, no utilizar la totalidad del seguro significa que ni el bien o la persona sufrieron de algún daño o suceso que impida su correcto funcionamiento o desenvolvimiento. El estudio indica que los encuestados se arrepintieron de no tener un seguro al momento de viajar (46%), una urgencia médica (44%) y en algún accidente de tránsito (40%).
El principal hallazgo, que representa una evolución para el sector, es la concepción del seguro como una inversión. En Ecuador, el 76% de las personas lo considera una inversión y apenas el 16% lo relaciona con un gasto. “Tenemos un concepto muy cercano a los seguros y las prioridades sobre esto. Eso nos llevó a pensar sobre las necesidades de nuestros clientes”, agrega el representante de Chubb en Ecuador.
No obstante, aún continúan ciertos desafíos como la omnicanalidad de los productos de seguro. “Hay un mercado muy grande que por desconocimiento no se ha aprovechado. Hay gente que quiere tener un seguro, pero no sabe cómo acceder”, indica Astudillo. Por eso, los esfuerzos se centrarán en buscar clientes con sponsors o alianzas en canales de banca, retail o negocios de consumo para así acercarse más a los nuevos y a los potenciales consumidores. “Ofreceremos productos de seguro no solo para el bien que vas a buscar, sino para lo que vas a necesitar”, añade
Fuente: Vistazo
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