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La Generación Z, en el centro de la tormenta laboral
Es evidente que los jóvenes no son los únicos responsables de su situación en el ámbito laboral. Atribuirles toda la culpa reduce un problema que es mucho más complejo de lo que parece. La llegada de la generación Z al mercado de trabajo ha originado una serie de despidos que ha sorprendido tanto a empresas como a analistas.
Generación Z ¿Cómo identificarlos?
Los jóvenes nacidos después de 1997 están siendo cesados en cantidades preocupantes, a menudo semanas después de ser contratados.
¿Realmente son ellos el problema, o estamos viendo las repercusiones de un sistema que no los preparó de manera adecuada?
Un estudio reciente de Intelligent.com, que encuestó a casi mil líderes empresariales en EE. UU., muestra cifras alarmantes: seis de cada diez empleadores han terminado la relación laboral con graduados universitarios que incorporaron a principios de año. Además, uno de cada siete piensa en no volver a contratar a recién graduados el próximo año.
Las razones citadas incluyen deficiencias en las habilidades comunicativas, falta de profesionalismo y una aparente falta de motivación. Es crucial reconocer que los jóvenes no son los únicos culpables de su situación laboral. Culparlos exclusivamente simplifica un asunto mucho más complicado.
La educación superior, que debería prepararlos para el mundo laboral, parece estar incumpliendo su objetivo. Instituciones que deberían ser fábricas de profesionales competentes están, en cambio, otorgando títulos sin garantizar que los estudiantes tengan la formación necesaria para enfrentar desafíos reales. La infantilización en las universidades es un hecho.
Puntos de vista
La introducción de advertencias sobre contenido sensible, espacios seguros y un aumento en las calificaciones crea una burbuja que se aleja de la realidad laboral. Un ejemplo representativo es una universidad que decoró sus pasillos con personajes infantiles, como los Ositos Cariñositos, recordando a estudiantes adultos hábitos básicos de higiene y autocuidado. Los empleadores señalan que muchos graduados no tienen experiencia práctica y carecen de las llamadas ‘habilidades blandas’. Estos jóvenes llegan tarde a las reuniones, no se visten de manera adecuada y no tienen conocimiento de las normas básicas de comunicación en el entorno laboral.
Más de la mitad de los gerentes de contratación opinan que los recién graduados no están listos para el mundo laboral, y un 20 por ciento sostiene que no pueden manejar la carga de trabajo. Según Bryan Driscoll, consultor en recursos humanos, el sistema educativo actual prioriza la teoría sobre la práctica.
“Aprender sobre mitología griega puede resultar interesante, pero no prepara a un joven para comunicarse efectivamente en una reunión corporativa o para demostrar profesionalismo”.
La desconexión entre lo que se enseña y lo que demanda el mercado laboral es alarmante. La solución no radica en culpar únicamente a los jóvenes ni en estigmatizarlos.
Es imprescindible un enfoque integral que comience por los padres, que son en gran medida responsables, e involucre a las instituciones educativas, a las empresas y a la sociedad en su conjunto. Las universidades deben adaptarse y proporcionar una formación más acorde a las necesidades reales del mercado laboral. Esto está llevando a las empresas a invertir en programas de mentoría y capacitación, para ayudar a los nuevos empleados a integrarse en el entorno laboral. Huy Nguyen, asesor en educación y desarrollo profesional de Intelligent.com, sugiere a los graduados que observen cómo interactúan sus compañeros de trabajo para entender mejor la cultura de la empresa a la que ingresan.
Desempleo en la generación Z
La elevada tasa de despidos entre los jóvenes de la generación Z es un indicativo de problemas más profundos en nuestro sistema familiar, educativo y cultural. En lugar de señalar a quienes están en la mira, es momento de reflexionar y actuar. Debemos cuestionar si estamos proporcionando a las nuevas generaciones las herramientas necesarias para triunfar o si, por el contrario, estamos creando obstáculos desde el hogar. Invertir en los padres, ofrecer formación práctica a los jóvenes, fomentar sus habilidades blandas y promover una cultura de aprendizaje continuo puede ser clave para cerrar esta brecha generacional.
Después de todo, el éxito de estos jóvenes profesionales es esencial no solo para ellos, sino también para el futuro de nuestras empresas y nuestra sociedad.
Fuente: El Financiero
Enlace: Generación Z, en el ojo del huracán laboral – El Financiero